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Espíritu de verdad, motor de amor en nuestra vida

La siguiente es la homilía del pbro. Juan Francisco Pinilla, párroco de la Santa Cruz – Ñuñoa, en la solemnidad de Pentecostés.

Celebramos hoy el cumplimiento de la promesa de Jesús, de enviarnos el Espíritu de la verdad, como nuestro defensor y guía a la verdad plena. ¿De qué verdad se trata? Y ¿de qué defensa?

Por cierto, no de una verdad meramente doctrinal, en la Biblia la verdad es vida. El Espíritu de la verdad es la verdad del Espíritu, es decir, la verdad que es Dios mismo y que se nos regala como criterio último de toda verdad humana. Una verdad que se nos abre en la persona del Hijo de Dios; en Jesús hecho un hombre, se nos traduce, a nuestra medida humana, la infinitud de Dios. Por eso, Él nos invita a su seguimiento, que significa caminar en la verdad. La verdad es el amor, acerca de Dios y del ser humano.

Por eso el Espíritu Santo nos conduce como peregrinos a avanzar en la verdad, a no detenernos en creaciones idolátricas, falsos dioses y mentiras. Caminar hacia un siempre más inabarcable en esta vida.

En esto radica su rol de Paraclito o defensor. Guardarnos de la mentira, de todo lo que es falso. Al implorar hoy el don del Espíritu, imploramos su defensa contra el engaño. La verdad y la transparencia son el seguro de un amor auténtico, por lo tanto, de relaciones humanas verdaderas, de una comunidad y de una sociedad humanizante. Sobre la mentira y el engaño nada sólido puede construirse para la vida.

¡Ven, Espíritu Santo; ven, Espíritu de la verdad y del amor!

Evangelio (Juan 20, 19-23)

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con ustedes!

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo:

¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes.

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

Reciban el Espíritu Santo.

Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.

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