La siguiente es la homilía de nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante el Señor». En María se expulsa el antiguo temor de Adán al oir los pasos de Dios. Vemos así, la superación de un contraste. Una primera creación que cae y se levanta renovada en la obediencia de la sierva del Señor.
Al anuncio del ángel, la Virgen responde expresando un gran deseo: «cuánto quiero que esta palabra se realice en mí, en favor de toda la humanidad».
En ella no hay miedo, sino una confianza pura y valiente. Responde con un sí total, virginal y esponsal a la vez. Con este sí se unirá a su Hijo para siempre, porque sabe que esta unión es el inicio de una nueva historia.
En esta fiesta de la Inmaculada queremos asentir con María al plan de Dios. Amar el querer de Dios expresado en el evangelio. Optar cada día por lo que Dios desea para nuestro bien y el de toda la humanidad: dignidad, paz, justicia…
María en su pureza, libre de toda mancha de pecado, es anticipo de la humanidad redimida e instrumento libre, en las manos del Señor, para nuestra propia liberación.
Acudamos con amor a su poderosa intercesión y festejemos el prodigio de la gracia en nuestra madre bendita.
Evangelio (Lucas 1, 26-38)
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”
El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.
María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.
Y el Ángel se alejó.