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Cuaresma: solo el Amor conoce el amor

La siguiente reflexión, al iniciar en el miércoles de Ceniza el tiempo de Cuaresma, nos la comparte nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla.

Comenzamos hoy una nueva Cuaresma, 40 días para preparar la gran celebración de la Pascua del Señor. Tiempo para renovar el compromiso de vivir cristianamente: seguir al Señor. El evangelio nos señala la limosna, la oración y el ayuno como concreciones de una vida «en modo conversión». Son signos de vivir centrados en Dios y en los demás. Estas prácticas nos ayudan a dimensionar todas las cosas desde Dios.

La limosna hoy se llama solidaridad; no se limita a un simple dar, sino al compromiso sostenido por la vida digna y la justicia, es el sentido de la pobreza del Reino; la oración no se limita a los rezos, sino a poner a Dios como valor supremo de la vida, es el sentido de la obediencia del Reino; el ayuno no se limita a no comer, sino a vivir con sobriedad en una sociedad consumista, es el sentido de la castidad del Reino.

El Señor advierte contra la vanagloria porque la «justicia» o santidad a la que nos invita se vive en el secreto del Padre Dios, quien ve la intención verdadera de nuestros actos. Solo el Amor conoce el amor.

Podemos reflexionar cómo incorporar a la vida diaria estas prácticas que liberan, sanan el alma y construyen un mundo mejor.

Evangelio (Mateo  6, 1-6. 16-18)

Jesús dijo a sus discípulos:

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 

Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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