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Madre que inaugura una nueva humanidad

Compartimos la homilía de nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, para este Domingo, solemnidad de la Inmaculada Concepción de santa María Virgen.

En este segundo Domingo de Adviento nos sale al encuentro la santísima Virgen en el misterio de su inmaculada concepción. María es la mujer del Adviento. La madre que nos enseña a vivir con esperanza. Su concepción fue la aurora de la salvación. Antes que todos, ella fue redimida de una manera única, para ser la madre del Redentor, el Hijo de Dios. María, llena de gracia, participa desde el inicio de su existencia de la plenitud del amor redentor de Dios.

En ella brilla el plan original de Dios sobre el ser humano plenamente libre para responder al amor de Dios. Y es la madre que inaugura una humanidad nueva. Hija predilecta del Padre, madre, discípula y compañera del Hijo de Dios y sagrario del Espíritu Santo. A esta madre acudimos con gozo al culminar el mes dedicado a su veneración. A su ayuda y amparo nos acogemos para crecer como discípulos en fidelidad, entrega y servicio.

Hoy también, hermanos y hermanas de nuestra comunidad participan por primera vez en la Eucaristía y los acompañamos con mucha alegría. A la Virgen santa encomendamos este inicio de vida eucarística, para que la comunión con el Señor sea cada día más grande y fuerte.

Evangelio (Lucas 21, 36-38)

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”.

El ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.

María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.

Y el Ángel se alejó.

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