Para rezar todos los días del mes de junio.
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!,
considerando las inefables muestras de amor que me has dado
y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorable Corazón,
te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo
para hacerme digno de las mercedes y bendiciones
que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús,
y necesito de Ti como el mendigo de la limosna!
¡Mira que soy muy rudo, soberano Maestro,
y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia!
¡Mira que soy muy débil y caigo a cada paso, poderoso amparo de los frágiles,
y necesito apoyarme en ti para no desfallecer!
Sé todo para mí, Sagrado Corazón;
socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos,
remedio de mis males, auxilio en toda necesidad.
De Ti lo espera todo mi pobre corazón.
Tú lo alentaste y convidaste, cuando con tan tiernos acentos
dijiste repetidas veces en el Evangelio:
“Vengan a mí, aprendan de mí, pidan, llamen…”.
A las puertas de tu Corazón vengo, pues hoy, y llamo y pido y espero.
Del mío te hago, ¡oh Señor!, firme, formal y decidida entrega.
Tómalo tú, y dame a cambio
lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad.
Amén.
