«Cristo en el centro de nuestra vida», fue el título de la meditación que ofreció nuestro párroco, pbro. Juan Francisco Pinilla, en el retiro de este Viernes Santo.

Nos recordó que poner a Cristo al centro no es un acto voluntarista, algo que depende exclusivamente de nuestra buena voluntad. Obviamente se requiere de una decisión personal, pero al modo de una respuesta. El cristiano se halla siempre delante de Dios como quien está frente al misterio de la gratuidad. Es decir, ante el don infinito del  amor que se da. De ahí, que la actitud cristiana fundamental es de recepción, de apertura, de gratitud, de sentirnos agraciados gratuitamente. Y eso es gozo, no un deber: “Alégrate , llena de gracia el Señor está contigo…”.

El reconocimiento del señorío del Resucitado en nuestra vida, es obra del Espíritu Santo, Señor y Dador de vida. Bajo su sombra se realizó en la historia, la Encarnación de Aquel que es el Verbo eterno de Dios. Y esta acción de encarnar al Hijo de Dios en el mundo se prolonga en la vida de cada cristiano. El Espíritu Santo es quien nos comunica la vida del Señor Resucitado y mantiene viva nuestra fe.

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